En un arrebato se me desprendió la cabeza
rodó, rodó,rodó.
Adormilado el cuerpo vaciló
trastabilló y calló.
Espantada la razón huyó,
corrió una carrera oblicua y desvaneció.
Así, huérfano de miembros y de certezas
construyo castillitos,
pequeñas puertas invisibles,
pequeñas hendijas entre la tarde y mi soledad.
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