Abrazos 2

Va un abrazo
a la pampa,
a la pampa
y a sus caballos,
a sus silencios gigantes,
a las tardes largas
donde el sol se apaga de a poquito

Va un abrazo
a los montes,
a las acacias,
al olor húmedo de los pastos
que sube de lleno
hasta las sienes.

Va un abrazo
al Viejo,
por hacerme lo que soy
...
y también
lo que no soy.

                                                            Abrazos 1


Voy a abrazarte
a abrir todas las puertas
y todas las ventanas,
Que entre todo el viento
y toda el agua,
que entre toda
la luz de primavera

Voy a abrazarte
bajo un cielo grande,
muy grande,
que nos ve venir
y que también nos ve partir.

Entre mil voces soy,
entre trescientos pensamientos
y doscientos gritos fuertes
soy.

Siempre a tientas,
a medio andar soy,
o entero,
desdoblado de miradas,
incongruentes grietas
por donde se me escapa el alma
soy.

Siempre al borde
de no ser,
de traicionarme
a la hora de cualquier mediodía,
en el cielo de octubre,
soy.

Aún cuando tus ojos
me ciegan por completo
soy.

Por puro desvelo obstinado
soy.

Como el viento
que se empeña en despeinarme,
como el tiempo
que se empeña en pelarme
 y cegarme,
o como la noche
que trae silencio
y una casa inmensa
de sueño,
soy.

También cuando se me cae la cabeza
y pateo bicicletas,
cuando cago y río,
cuando en primavera escribo
debajo de una lluvia
de miles de años
que moja hasta los calzones,
soy.

Así,
como un collage de cosas
soy.

Siempre firme,
a la espera de mi mismo.

                                                       Buenos Aires

Buenos Aires,
tan rápida y tan lenta a la vez.
tus calles con luces,
tu hormiguero incipiente
y antiguo,
firme y dubitativo
que crece en las tardes
contra un cielo
recortado por ventanas
y vació de nubes.

Bueno Aires
tan cercana y tan lejana
tan próxima a la desesperación
que me alejo
bajo la sombra de un zaguán,
tras el ruido sordo del subterráneo,
arrastrado por el peso de tantos pies
y por un mar de caras grises.

                                                    Cuidados

Cuidémonos,
siempre ,
cuidémonos
al abrigo de los soles,
de los árboles
en otoño,
y en primavera,
cuidémonos
uno al otro
y uno a uno
siempre.
Arriba y
debajo de la olas,
en los vaivenes
del mismo día,
en la lluvia grandota,
en los paraguas minúsculos,
en la microscópica luz de la tarde
y la siesta
cuidémonos,
a la par de este par gigante
que camina solo
y como una unidad grande
y pequeña,
totalmente divisible