Hoy voy lento, a los tumbos y te veo siempre de mi mano.
Enredado y veo tus ojitos en los margenes de cualquier horizonte.
Reís marroncita abrazada en cualquier tarde.
Movés los días estándote quieta en tu unidad.
Oscilando entre noches y mañanas vamos juntos retrasando el tiempo.
Siempre moviendo los lugares , creciendo donde el viento envuelve.
Así vamos hace un tiempo ya, abrazados a un amor que queremos y que amamos y que no necesitamos.

                                                En Cañuelas

La sirena que suena, ladridos, aullidos, el grito certero que atraviesa la siesta y desgasta al silencio.
El patio ahí, suspendido, engarzado a un tiempo que no se mueve ni nada. Los jazmines detenidos en un sin fin de variaciones, los malvones , las suculentas y las rosas chinas.
Un pedazo de mundo aburrido al sol, una mirada quieta que interroga y se vuelve a ir.

                   


                                                                                                              Diciembre /2011
        

Será mi pecho el que se rompa,
será mi boca
o mis dientes gastados,
algo será lo que caiga
en este otoño de ventanas
y de cielos rosas
de noche grande
en cuerpo chico

                                                     En una reunión

Despacito se fue, sin hacer ruido, apenas siendo, casi sin hablar, despacito como para que no se note su estar, su estar lento y quejumbroso , su andar pesado y su pesado rostro, despacito, ni una palabra asomo, ni un silencio, solo estuvo y casi sin notarse se fue, despacito, apenas siendo, como una brisa chiquita que acaricia la frente, que apenas existe y apenas se mueve, de tanto ser apenas , apenas se siente y apenas se sostiene

Con una estrella en una mano,
y en la otra una brújula que a punta hacia el sur,
desaté mis pasos,
acomodé mi cabeza de manzana
y me enfilé hacia el viento.

Canto de otoño,canto de la tarde
de los pájaros y las cosas
de las canciones que se hacen marroncitas en abril.

Canto unido y canto solo
canto,
canto con vos y también conmigo.

Me abrazo a la tarde y canto,
como antaño mis abuelas.
Canto,
canto y dejo mi canto
para acordarme que una vez cante
con mi vocecita
en alguna fría tarde de invierno.

Una unidad en algún lado,
una unidad muy mía,
una unidad genuina,
que crezca con la lluvia
en alguna tarde vieja.

Una unidad gigante,
inmensa.

Una unidad para abrazarme
y para cantar
cuando no queden mas brazos.